Sunday, December 2, 2007

Paginas sueltas

Lo que uno hace con su tiempo

...que no es ‘todo el tiempo del mundo’.
Sábado en la maňana, como cualquier otro día, desde que me jubilé, preparo mi desayuno y me siento en la sala, a la luz del sol que entra por la ventana, con el diario acabado de recoger a la puerta del departamento. Decidí hacer la prueba con esta suscripción de fin de semana, para leerlo de primera mano –y no después de Brian, el periódico que él compra, camino a la escuela, donde, muy lejos de querer jubilarse, sigue dando clases de música.
Hojeé el Magazine dominical y seňalé los artículos que me interesaban. La columna del especialista en temas de ética, una breve entrevista a Ian McEwan, a propósito, entre otras cosas, de su novela más reciente: “Atonement” (no ‘Exoneración’ (como según me dice Victoria la han traducido en espaňol, sino ‘Expiación’)
y un reportaje, prolijo, como suelen ser los de la revista, sobre el amante de pájaros, de Galveston , Tejas, que disparó contra unos gatos ferales porque amenazaban la población de ‘piper plovers’ (‘Zarapito...”?) en peligro de extinción, gatos a los que el empleado encargado de cobrar el peaje en el puente bajo el que se cobijaban, alimentaba como a sus ‘bebés’. Al igual que el autor del artículo, como amante tanto de aves como de felinos, el tema me fascinó. Terminando de desayunar, pero no de leer el artículo, que se prolongaba demasiado, me dispuse a baňarme y vestirme con la intención de volver, después de mucho tiempo, al Parque a ver pájaros. Eran ya pasadas las diez y media cuando salí al frío aunque soleado
día.
Por no fijarme, me bajé en la 86 en lugar de la 79, y encontré, a unos pasos de la entrada del parque, el gran dep ósito de agua (reservoir), en lugar del Estanque de las tortugas. Las única aves visibles eran los patos en el agua, parejas de Mallard, Bufflehead, y una parvada de gaviotas en un islote. Lo que m ás hab ía eran corredores –parece que aquí cada semana hay maratón, y para alejarme de ellos, bajé de la orilla, y seguí caminando hacia el este, ya con la idea clara de ir al Met para ver de nuevo la exposición temporal de Rembrandt.
En el Museo, después de dejar el saco en el vestidor –casi no había cola-, al comprar mi entrada y tomar la hoja con la lista de charlas de galería, vi que en unos minutos comenzaría una sobre ‘el color en el arte moderno’. Me sumé al grupo de mayores de sesenta. De pie, recargado en la pared, un joven enorme, de más de dos metros de altura y quién sabe cuántos de circunferencia –era difícil, y espantoso, calcular dónde terminaba su vientre, que parecía llegarle a las rodillas. Habló, y reveló ser nuestro guía! –Me va a resultar difícil, pensé, mirarlo mientras explica... Lo seguimos, llegamos a las salas de arte moderno norteamericano y el joven obeso
resultó ser experto en la materia. Aun así, en la segunda sala, después de detenernos ante un cuadro de Gerogia O'Keefe –una gran orquídea negra-, decidí que el tema no me estaba interesando tanto.
Tratando de no ser muy obvia, di media vuelta y me dirigí hacia la salida de esa sala, para volver a la galería principal, subir la escalinata y llegar a las salas donde se expone la colección del Met de pintura flamenca en torno a Rembrandt. Esta vez alquilé la audioguía, que me permitió una mejor apreciación de los cuadros principales y su contexto, entre los que elegi como favoritos: dos de Franz Hals, los dos de Vermeer, y cuatro de Rembrandt: los autorretratos, el Artistóteles, su
burgués vestido como turco, y su mujer Saskia, aňos después de muerta, como Flora, diosa de la primavera.
...

De un cuaderno viejo:

Tal vez temía que esa noche fuera ser ruidosa, como la anterior, y por eso entornó los postigos del balcón. Hacía calor, pero sobre la sábanas de algodón sus piernas desnudas encontraban en la sombra una frescura de arena.En cambio, los párpados le escocían. De nuevo habría voces, exclamaciones. Quizá gritos. Dudaría entre levantarse a abrir la puerta plegadiza o quedarse en la cama, reinventando su silencio.

El departamento había quedado lleno de olor a cangrejo. Cangrejo vivo cocido en agua hirviente, luego comido tibio, por dos mujeres en bata de casa, sentadas frente a la puerta abierta del balcón, bañado éste por una luz de julio a las siete de la tarde . Había también verduras, que las comensales despreciaron a favor de los langostinos de un rosa tierno que podían comerse como postre, tan dulces eran. A un lado, el platito con agua y unas gotas de jugo de limón, y la copa de vino blanco. En el aire, un tango de Piazzola tocado por Barenboim.
Terminado el cangrejo, pasarían las amigas a lavarse y vestirse rápidamente.

Vestidas y perfumadas, guapas las dos, no se sabía quién había estado enferma y recibía tratamiento, y quien era unos años menor y venía a manifestarle su amistad y solidaridad. Salieron a tomar el Num. 49, para bajarse en Trinité.
Irene había vivido en París un año, como estudiante, y muy rara vez había tomado autobús como medio de transporte, porque era sensiblemente más caro que el metro, y posiblemente menos fácil de usar. Martha había llegado a trabajar como traductora en la UNESCO, que le quedaba a unas cuadras de distancia, y evitaba el metro como un castigo.
Iban a ver “Ejercicios de Gramática...” de Quenau, que habían leído al alimón la noche anterior, en francés y en español, entre sonoras carcajadas.
...

De otro:

Quien más, quien menos, todos estamos enamorados de un fantasma. Yo tengo en mi recámara, pegado a una de las repisas del librero frontero a la cama, el rostro de una joven que, con los párpado cerrados, sonríe. ¿A su sueño, a su fantasma? La veo de día y de noche, pero sobre todo de noche, cuando me meto entre las sábanas y me dispongo a dormir.
Es un hermoso rostro, de líneas delicadas, visto de tres cuartos. Desde el inicio de la frente despejada el cabello se divide y, al parecer, se recoge en la nuca. Parece mojado, y por debajo es visible la silueta de la oreja izquierda. La foto es en blanco y negro; el cabello se ve blanco, igual que el rostro de la niña: no puede tener más de quince años. Los ojos cerrados, la sonrisa leve, como de cera.
Se trata, en realidad, del molde en yeso hecho sobre la cabeza de la “bella ahogada del Sena’.
Jacqueline ..., la prima de Anne, lo tenía en su estudio cercano al Boulevard Saint Martin, de París. Cuando me oyó exclamar ‘¡qué hermoso!’ con mi entusiasmo desmedido, tan poco francés, me lo regaló. Hace casi cincuenta años...
‘Una joven de carne y hueso, con cerebro y corazón, encontrada sin pulso ya, sin aliento, flotando en las aguas del Sena a fines del siglo XIX... –me cuenta mi nueva amiga, y añade:. ‘Es posible que se trate de una leyenda.’
En otra ocasión me había obsequiado “L’oeuvre au noir”, de Marguerite Yourcenar. Jacqueline misma era bella: piel blanca como porcelana, ojos oscuros, cabello castaño; cinco años mayor que yo; culta y sensible. Volvimos a vernos brevemente en Nueva York, en 1970. Desde entonces, no he vuelto a saber de ella...
Otro fantasma.
...

Tuesday, September 25, 2007

Relatos romanos (1982)

RELATOS ROMANOS
(1982)

Rafael Alberti
Ofreció un recital en el Instituto Español de Cultura (antecesor del Cervantes), el 29 de abril. La pequeña sala se llenó a más no poder: latinoamericanos y españoles residentes en Roma, con invitados, italianos estudiantes de literatura española, uno que otro turista, dos monjas.
Octogenario, Alberti parece un gran ángel: la melena blanca le llega a la nuca, la camisa también es blanca, color turquesa el gazné y azul brillante el saco. Una voz sonora, de andaluz desarraigado, empieza por decir: “la mar…el mar…” y habla de su tierra natal, el puerto de Santa María en Cádiz, y de su pintura.
En casa de mi buen amigo canario, Antonio Dorta, tuve ocasión de ver dos o tres originales del pintor-poeta; pintura muy decorativa que recuerda a Matisse en colores más llamativos: rojo, negro. Habla Alberti del retrato que hizo de García Lorca y se conserva en la casa de éste, en Fuentevaqueros. Y de Antonio Machado. Lo ciegan los fogonazos de los fotógrafos que se han colado en la sala, y más de una vez se interrumpe para protestar, para pedirles que lo dejen leer y hablar de sus recuerdos en paz.
Cuenta que vive en Italia desde 1966; en el Trastevere, “barrio maravilloso, lleno de basura, de todo lo que quieras… de gatos; barrio con un idioma propio”. Las dos monjas desaparecen, no sé si por casualidad, poco antes de que el poeta empiece a leer de su libro Roma, peligro para caminantes, como el de ser “alcanzado por una pis, de la un perro, un vagabundo, la de un cura o una monja”… Es un tema recurrente. De joven, con otros poetas amigos, fueron a orinar contra los muros de la Academia de la Lengua, en la arbolada calle Felipe II.
¿Sabría Alberti que, ese año, en la biblioteca del Instituto Español de Cultura no se encuentra su libro escrito en Roma, sobre Roma? Quién sabe si lo tenga una de las dos librerías españolas que hay aquí: Alma Rosa y La Sorgente, las dos atendidas por monjas…

Nocturno romano
La temporada de baños de mar, en las cercanías de Roma, empieza a fines de mayo y sigue hasta mediados de septiembre. Sabaudia, a escasa hora y media de la ciudad, es una de las metas favoritas: por la vía Latina hacia el sur, es una zona otrora frecuentada por los emperadores romanos. Más adelante está Sperlonga, donde tuvo Tiberio su casa de verano, y la entrada al Parque Nacional del Circeo, lleno de cipreses, pinos y alcornoques.
Quienes se quedan en la ciudad tiene otras distracciones: ferias, festivales, exhibiciones; la de artesanías a lo largo del Tíber, por ejemplo. Conciertos, como los famosos de la plaza del Campidoglio, iluminada recientemente con lámparas de aceite. O los que se dan en los hermosos patios de residencias privadas de la Via Giuglia, paralela al río.

La Bell’estate es el título de una novela de Cesare Pavese, llena de nostalgia por una época, la de los años cuarenta, y por la juventud perdida.
En el bello estío romano, iluminado por el verde de pinos y cipreses, y la luz multicolor de las azaleas, se inicia todo un programa de actividades al aire libre: un circo en Piaza Siena, en la Villa Borgheses; la Tevere Expo, este año de 1982. A lo largo de 2 kms y medio, entre el Ponte Sant’ Angelo y el Ponte Cavour, sobre los muelles del Tíber se exponen, en no menos de 750 puestos, productos regionales que van de la cerámica al vestido, muebles y juguetes, degustación de vinos y licores, quesos, jamones y salames de todas las provincias de Italia.
También está, no lejos de ahí, la Festa de l’Unità, organizada por el Partido Comunista en la Isola Tiberina: recitales de poesía, discusiones al aire libre; música y comida.
Continúa la presentación de Aída en las Termas de Caracalla: espectáculo impresionante y casi irreal, donde el escenario es una combinación de lo artificial y de la magnificencia real de las Termas.
El primero de julio se inaugura en la Plaza del Campidoglio la serie de conciertos de la Academia Nacional de Santa Cecilia, con la Novena Sinfonía de Beethoven. A las 19.30 se abre la taquilla, y no menos de cuatro mil personas, de todas nacionalidades, compran su entrada. El concierto está previsto para las 21.30, y hay que ocupar los asientos no numerados casi una hora antes.
Brillaba en el cielo aún azul la media luna y Venus, por encima de las estatuas que coronan el Museo Capitolino. Falta en el centro de la bellísima plaza diseñada por Miguel Angel la estatua de Marco Aurelio. Nos dan la espalda los gigantescos Dióscuros, algo desproporcionados respecto de sus cabalgaduras. Empieza a refrescar, como es típico del verano romano, y el público empieza a bostezar. No antes de las 21.50 hace su aparición el director. Lovro von Matacic, demorado quién sabe por qué motives. Da inicio el concierto. Magníficos la orquesta y el coro, y sobresalientes el tenor y la soprano.

En sus Cuentos romanos, Alberto Moravia recrea los tipos de la ciudad, el albañil, el mesero, el maestro de escuela primaria; los rasgos característicos del romano: individualista, reservado pese a su apariencia extrovertida, celoso de la vida familiar y desconfiado del extranjero, es decir, prácticamente todo aquel que no pertenezca a la familia inmediata. Escritos en primera persona, entre risa y risa estos cuentos trasudan la tristeza de familias que viven en condiciones de hacinamiento, entre asaltos, robos e infidelidades.
Mis vecinos en el piso de abajo, en este fraccionamiento recién estrenado, entre el EUR construido en tiempos de Mussolini, y el FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola), donde he sido asignada como traductora por dos años, mis vecinos, digo, un matrimonio de cincuentaitantos años, de clase media acomodada, se quejan amargamente del ruido. Mis niños, de 15 meses y 3 años, corren y hacen rodar sus juguetes, y Esperanza, la nana, taconea con sus sandalias de madera. Para colmo, durante varias semanas después de nuestra llegada, el pequeño despierta de madrugada, llorando. Una tarde, vuelvo de la oficina, estaciono el coche, y me topo con el vecino. Creo que lo saludo con un movimiento de cabeza, y empiezo a disculparme por el ruido… -Ma, che cavollo ha- interrumpe groseramente- questo bambino!

Paso a un lado de la Plaza Venecia. Recuerdo haber tratado un día de darle la vuelta al monumento a Vittorio Emanuelle, para terminar, no sé cuántas cuadras más lejos, por el Circo Marcello.


Salida de Roma
Un fin de semana salimos en coche a Viterbo. Rodeada de una campiña hermosísima, es magnífica ciudad medieval, llamada también de los Papas, ya que en su palacio más importante, del siglo XIII, fueron elegidos y residieron varios pontífices a partir de 1275 y hasta que Avignon le arrebató este privilegio. La campiña en los alrededores de Viterbo es hermosísima: verde esmeralda de los prados con oro de la retama en flor.
Después de la comida arrancamos rumbo a Bomarzo, con su Villa Orsini, del siglo XVI, y el extraño y encantador parque decorado con fantásticas esculturas de roca: monstruos, animales y hombres-dioses mitológicos cubiertos de hiedra y musgo. Es 25 de abril y nos toca recorrer las calles estrechas y empinadas, en medio de la celebración anual de la Sagra del Biscotto o Bendición del Pan.
Una escultura del siglo XVIII de San Anselmo, patrón del pueblo, se levanta en la terraza que domina la ciudad. El santo aparece alzando una mano. Un italiano que pasa no resiste la tentación de hacer un chiste: “Debe ser reciente, pues hace con la mano el saludo del fascio”. Es curioso que lo diga hoy, precisamente, cuando en muchas partes de Italia se está conmemorando el trigésimo aniversario de la liberación. El teólogo benedictino Anselmo nació en Aosta en 1033 y ocupó la silla arzobispal de Canterbury, antes de morir en esta ciudad en 1109.
Las calles están llenas de gente que entra y sale de los negocios donde se vende vino y la rosca de huevo. Por la mañana ha habido cortejos medievales. En la Catedral, las beatas hacen cola para contemplar el cuerpo momificado del santo, vestido de oro y blanco para la fiesta…
Al día siguiente nos encaminamos a Rieti, donde lo más bello son los monasterios y el paisaje que tanto le gustaba al Seráfico, San Francisco de Asís. Fue en el Monasterio de Fonte Colombo, que domina una vista magnífica del valle donde, metido en una cueva y tras haber ayunado cuarenta días, escribió las reglas de la orden franciscana.
Al Monasterio de Greccio llegamos subiendo más de seiscientos metros, hasta una roca desde la cual se contempla Rieti y alrededores. La construcción del monasterio data de 1260, en el sitio en que el Santo de As ís celebr ó la navidad de 1223, diciendo la misa en un pesebre, entre un buey y un asno, e inaugurando así la tradición de los “nacimientos” o “belenes”. La gruta está decorada con frescos de la escuela de Giotto.

Tuesday, September 18, 2007

Efemerides

Septiembre de 2001

Como lo recuerdo…
El día amaneció espléndido: cielo azul, aire seco. Me estaba preparando para salir a la oficina cuando sonó el teléfono, alrededor de las nueve. Era Isabel, quien, recién llegada de Lima, ocupaba provisoriamente un departamento en University Place.
-Irene, ¿ya te enteraste? ¡Un avión acaba de estrellarse contra una de las torres!
-…
-Sí, lo están pasando en la televisión.
Mi hijo Alan estaba a mi lado, le hice señas de que encendiera el aparato. Ahí estaba, la nube de humo.
-No sé. Llamemos a la línea de emergencia de las UN. Deja, yo lo hago, y te vuelvo a llamar.
En la hot line, ningún mensaje nuevo, todavía. Llamé a la oficina.
-Aquí no nos hemos enterado de nada; es decir, no se sabe bien qué fue. Los demás compañeros ya están aquí.
-Isabel; nadie sabe nada. Yo voy para allá. Nos vemos.
Sonó el teléfono. Era mi padre; en esos momentos, la noticia sobre el Pentágono.
-¡A ver qué hace ahora Bush!- fue su comentario.
-Por lo visto, esto es contra los EU; no tiene que ver con las UN.
Alan insistió en que me acompañaría a la oficina.
-No, para qué. Bueno, ven, pues.
Bajamos en el elevador, y nos detuvimos en el quinto piso, para yo entregarle a mi amiga Pat un ejemplar del New Yorker.
-¿A dónde vas?
-A trabajar.
-¿No te has enterado? Están diciendo en el noticiero que están evacuando el edificio de las Naciones Unidas.
-…
Mi hijo y yo entramos y nos sentamos con Pat y Halima ante la pantalla, en la que la imagen del árbol de humo espeso, y el desmoronamiento del edificio detrás de él, a medida que el viento lo apartaba, se repetía ad nauseam.
Con eso, se me olvidó volver a llamar a Isabel, quien viajó hasta la Primera y 40, sólo para encontrarse con la columna de empleados, que salían.
El día continuó, extrañamente plácido. Cerraron algunos negocios del barrio; no surcaban el cielo límpido nubes ni aviones. Subí a la azotea con un libro, para apartarme de los noticieros, que no explicaban nada, negándome a entrar en el espíritu de pánico y paranoia, pero también porque sentía emociones confusas; no me identificaba fácilmente con la pregunta de la hija de mi amiga: “¿Por qué nos odian?” (el país como víctima), ni tampoco con los autores de semejante ataque, quienes quiera que hubieran sido. Poco después me alcanzaron unos cuantos vecinos, que dirigieron la mirada inquieta hacia el sur. Ahí estaba, lejana, fantástica, la nube de humo, que el viento soplaba hacia el este.

Al día siguiente me dirigí a la oficina; esos días tan bellos, caminaba de Times Square hasta la Primera, por la 42. A la altura de la Sexta (Ave. de las Américas), atrás del hermoso Bryant Park, todos los que cruzábamos volvimos la cabeza hacia el sur: en lugar de las imponentes y orgullosas Torres, humo.
Me detuve en la Segunda avenida, porque hacia mí venía un grupo de colegas.
-Hubo una alerta de bomba; evacuaron el edificio. Falsa, por supuesto.
Nos sentamos en la terraza de un café, a tratar de acomodar las piezas del rompecabezas. Uno de ellos, arabista, dijo con tristeza:
-Con esto, los palestinos van a perder muchísimo.

Hoy, otro martes 11 de septiembre, podemos añadir que con eso y las secuelas de la invasión del Iraq, el mundo entero ha perdido muchísimo –y seguirá perdiendo.


Como lo registré en su momento

*Martes 11/09/01
9am: Un avión, luego otro, se estrella deliberadamente contra cada una de las Torres Gemelas. Nube de humo. Me llama Isabel. Encendemos la tele. Incendio en el Pentágono. La Casa Blanca. Llamo a mis papás.
Mi hijo menor y mis tíos salen rumbo a Columbia U. Llamo a Cristina, en la ONU. Desde la ventana de mi vestidor, que da al sur, vemos la nube de humo espeso y gris.
Termino de arreglarme. Mi hijo mayor insiste en acompañarme. Paso a ver a Pat.
Intercare cerrado. Los aeropuertos cerrados; los puentes. La ciudad cerrada. Evacuan las Naciones Unidas.
Puntos para Bush; hará declaraciones muy fuertes: altisonantes.
Subo al jardín de la azotea con el libro de Paula Fox; no quiero seguir oyendo las noticias. No hay aviones en el cielo azul, ni nubes, salvo por ésa, lejana, menos gris, más blanca, que se extiende hacia el río.
Desde la calle me llega el rumor: sirenas, ambulancias, camiones de bomberos. Pasa un helicóptero. Posado en un tinaco, un pájaro canta. La nube se ha vuelto a elevar, guiada por el viento; pero otra fumarola gris asciende y la empuja levemente. La nube blanca como sudario se extiende hacia el este. Nadie más ha subido a la azotea.
“Copper beeches, black in the noonday sun, purple in the twilight…”
*Jueves 13/09/01
Broadway, como nunca: silenciosa y oscura. Pasan taxis amarillos, que estaban ayudando a transportar a gente necesitada. A la distancia, sirenas. Nadie en la calle. Como si hubiera toque de queda. No pasan coches grandes, con las ventanillas abiertas y el radio encendido a todo volumen. Hasta el camión de la basura, parece, recoge con menos ruido…
Puede verse el cielo estrellado: desde la ventana de la sala, la Luna, el cinturón de Orión.
La ciudad pasa por un estado de shock, más que de duelo. No todavía.
Diez cuadras (media milla) a la redonda de las Torres, todo se vino abajo: no más Century 21, J&R… La estación de NPR, entre otros.
Los medios de información: ¿repetir ad nauseam, o hacerse preguntas? ¿hacer como el avestruz, o escuchar, analizar?
En adelante, cuidado con lo que se dice delante de los norteamericanos, sobre todo si son hijos de inmigrantes.
-Fue una patada en los huevos para Bush.
-Esto es lo peor que les puede haber pasado a los palestinos,.
-Dicen en Uruguay que los medios les están dando más información que aquí.
-Los europeos tienen más sentido común.
Pienso: la misma fuerza, el mismo poder que permiten que este país responda a una crisis, como lo está haciendo ahora: con organización, medios materiales y humanos, sensatez, le permiten, o lo impulsan a amenazar con responder al ataque terrorista con una invasión en el extranjero. ¿Por qué no exigen la extradición de Bin Laden a Afganistán? ¿Cómo pensar en atacar Afganistán, desde el Pakistán, y poner en peligro la estabilidad de la región? Pero, por mucho menos han enviado sus tropas, siempre. ¿Quién los para ahora?


Agosto de 2008

-¿Cómo ves? me acabo de enterar de la muerte de Alejandro Aura y de V.Hugo Rascón Banda. con unos días de diferencia y los dos de cáncer ¿qué triste no? Alejandro Aura, ¿no fue tu compañero de taller? Si fue así , mis condolencias, debes de haberlo sentido.

-Pues fíjate que de la de Aura me enteré por una amiga de México, luego me asomé al internet y leí la noticia: que estaba en Madrid, y demás. Ya sabía que tenia cáncer, pues él habia hablado de eso en su blog, y hasta llego a publicar ahí un poema: Despedida, que luego te copio.-- En efecto, fuimos companeros en el taller de Arreola, allá por 1964, en Ave. Juárez, junto con José Agustín, Jorge Arturo Ojeda, y otros, y luego participé en uno que el mismo Alejandro y Elsa Cross reunían en su departamento. Los volvi a ver, ya separados ellos, en la Casa del Poeta, hará unos quince años?, a raíz de lo cual Aura me invito a comer a su casa, con su entonces mujer, Carmen Boullosa, muy afable. La pasé bien; y luego la regué... pues me invitaban a otra cena, dias después, donde podrian presentarme a Vicente Quirarte, poeta con influencias... y yo salí con que tenia una cena familiar (asi he sido siempre: poco ducha para las relaciones publicas que podrian serme utiles). Encima, dejé olvidado un librito que me habia regalado Alejandro ("Cuentos para volar", creo), antes de hacerme llevar a casa de mi mamá por su chofer particular.

Curiosamente, creo que senti más la de Rascon Banda. Uno: era un poco más joven. Nunca lo conocí, pero mi papá hablaba bien de él, por la Sogem, y muerto mi papá, se porto bien prestando el Foro Coyoacan para el homenaje que le hicimos en el 05. Ana Lilia Arias, amiga de ambos (mi papá y Victor Hugo) me hablaba bien de este ultimo. Ahora hasta tengo ganas de leer algo suyo.
Pero. qué curioso, ¿no? En sept. del 03 fallecieron, un tras otro, como quien dice, mi papá y otro señor importante de las letras:Francisco Liguori. Hugo Hiriarte publico sendos y sentidos homenajes en Letras Libres:
Bueno, a lo mejor nos parece 'curioso' y cosas así suceden todos los días... sólo que nosotros no siempre conocemos o hemos oído hablar de esos que acaban de morir.
...

Thursday, March 8, 2007

MUJERES DE PALABRA

MERCE RODOREDA

Mercè Rodoreda nació en Barcelona, en 1909 -el mismo año en que la sueca Selma Lagerloff recibía el premio Nobel de literatura-, y empezó a publicar durante la República española, cuando Cataluña era autónoma y sus ciudadanos tenían entera libertad de hablar, escribir y estudiar su propio idioma. Entre 1932 y 1937 publicó cinco novelas, además de varios cuentos y artículos, y se le reconoció como una de las jóvenes promesas literarias catalanas.

De 1936 data "Aloma", revisada en 1968. Ya son evidentes en esta obra algunos de los rasgos más característicos de su autora: la descripción poética y melancólica de la naturaleza (incluso la mínima belleza natural de las grandes ciudades: las flores de un jardín, el aire nocturno, la cercanía del mar); la morosidad en la presentación de los personajes; la exactitud del tono de voz de la protagonista, una joven que empieza a conocer la vida con una herencia de soledad y tristeza. Se trata de una novela que recorre un fragmento de la historia de una familia en Barcelona, de la casa familiar que se ha de perder; y un fragmento de la historia de España, cuando está por estallar la Segunda Guerra.
En 1939, con el fin de la guerra civil, el mundo de Mercè Rodoreda se derrumbó. Se exilió en Francia, y a la llegada de los nazis, en Ginebra. Dejó de escribir durante casi veinte años.

La publicación de "Veintidós cuentos" , en 1957, anunció su regreso a la escena literaria, y a partir de entonces produjo regularmente novelas. Más ambiciosa que la anterior, "La Plaza del Diamante"(1952, traducida al castellano en 1965), se narra en la voz de una mujer del pueblo, apenas capaz de expresar sus pensamientos, pero cuyo desarrollo emocional vamos siguiendo desde que conoce el amor en un baile hasta el fin de la tragedia de la guerra civil.

Gabriel García Márquez ha dejado constancia de su admiración por la Rodoreda. De "La Plaza del Diamante" dijo que era la novela más bella publicada en España desde la Guerra Civil, y en otro momento confesó haberse inspirado, para la muerte del Dr. Juvenal ("El amor en los tiempos del cólera"), en "Una carta", pequeño cuento muy conmovedor que figura, por cierto, no entre los Veintidós citados, sino entre los diecisiete que constituyen la colección "Mi Cristina y otros cuentos".

Vinieron después La calle de las Camelias (1966), y "Jardín junto al mar" (1967).
Sin embargo, fue "Espejo roto" (1975) la novela con que Mercè Rodoreda se convirtió en una escritora de éxito. Su obra ha sido trasladada del catalán al inglés por el excelente catalanista norteamericano David H. Rosenthal, quien apunta en su prefacio: "Mercè Rodoreda, la mayor novelista catalana contemporánea y posiblemente la mejor autora mediterránea desde Safo...".
En vista de lo anterior sorprende muchísimo que los Veintidós cuentos hayan sido traducidos por primera vez del catalán al castellano apenas en 1988: ¡28 años después de publicados!
En un ensayo crítico sobre "The color purple", de Alice Walker (fem, México)*, al referirse a su protagonista, la autora del presente artículo hace alusión a Colometa, la de "La plaza del Diamante", como un ser al que le "pasan cosas" y que tiene que sufrir mucho para poco a poco tomar conciencia de sí misma y de su lugar en el mundo, aunque cuando esto ocurre ya ha perdido tanto, que su conciencia adquiere la forma de un suspiro de resignación. Sin embargo, la percepción de la autora está ahí, tratando de entrar en el corazón de Colometa, su poco elocuente antiheroína: "Me decían que estaba buena, como si fuera sopa...."
*ver mas adelante en estas paginas.

Es notable el manejo del idioma, ya sea en la descripcion de los objetos de que se rodea una vida, ya en la de los sentimientosy las emociones: los sobresaltos, las intuiciones, las expresiones del alma femenina.
En la obra de Mercè Rodoreda figuran varias mujeres como la Colometa , que saben hablarse sobre todo a sí mismas, pero tienen dificultad para expresarse ante los demás. A decir verdad, no sólo la mujer, sino también su pareja masculina a menudo mira el mundo con desesperación, incapacitado de decir lo que siente, lo que lo atormenta. Otro tema es la metamorfosis, real o imaginada, que sufren sus personajes. No es difícil ver la relación que puede existir entre esa percepción del ser humano víctima de una especie de afasia y convertido en otro, con la experiencia de la guerra, la prohibición del vencedor franquista de que se hablara el catalán en Cataluña, y el exilio.
"Espejo roto" es una novela de madurez, estructurada en una serie de capitulos como camafeos. Segun su autora, a poco de iniciarla, tuvo que llevar un registro de los personajes y sus relaciones. Eligio como epigrafe una frase de Stendhal: "Una novela es un espejo que paseamos a lo largo de un camino".
En el fondo, todos sus personajes estan solos; se definen mejor por su relacion con su entorno, con los objetos, que con otros seres humanos. Asi, las descripciones de los interiores, de la ropa femenina, de las joyas, son preciosistas: una mirada se fija en ellos, llena de melancolia, como tratando de encontrar en la suavidad o el brillo de la seda, en la filigrana del abanico, en la pulida caoba del escritorio, el sentido de la vida humana.
Los cuentos pueden ser fantasticos y hasta surrealistas. Antes se hizo alusion a la metamorfosis como uno de los temas subyacentes. Uno de esos cuentos termina asi:
"Todo se habia vuelto fresco y facil. Divino. Me habia convertido en pez. Y lo fui durante mucho tiempo."


Mercè Rodoreda murió de cáncer, en Barcelona, en abril de 1983. Valgan estas notas como una invitación a seguir el ejemplo de Gabo.

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Bibliografía:
"Aloma", traducc. de Alfons Sureda i Carrión, Alianza Editorial,1982, 158 p.
"La Plaza del Diamante", trad. al castellano en 1965.
"Espejo roto", Seix Barral, Barcelona, 1978.
"Mi Cristina y otros cuentos", trad. de José Batlló, Alianza Editorial, 1982, 145p.
"Veintidós cuentos" (publicado en catalán en 1959), traducción de Ana Ma. Moix, Mondadori España, 1988, 225 p.

Thursday, February 22, 2007

Bibliografía

Co-traduje los Manifiestos del Surrealismo, de André Breton, en 1965
Sonetos y otros poemas: en Mester, la revista del taller literario de Juan José Arreola, 1964-65 México, DF., y en Parva, 1967 –dos de ellos recogidos en La poesía femenina contemporánea en México, 1941 a 1968, Introducción, selección y notas de Carlos González Salas, Instituto Tamaulipeco de Cultura, 1989
Ensayos literarios (sobre Alice Walker, Mercé Rodoreda) en la revista fem
Artículos de viaje (Italia y Nueva York) en el suplemento cultural de Excélsior, 1981-82
Tres poemas en la revista Brújula, del Instituto de Escritores Latinoamericanos de NY, y otros tantos en la revista Plural, México, DF. 1984
Una obra de teatro: “Blanca Nieves”, en la revista Hueso húmero (22, julio de 1987), Lima, Perú (con otras siete versiones de los miembros de la Tertulia en Nueva York)
“Los poemas de Irene”, eds. del Maitén, Chile, 1990, 61p. -Editado por Jaime Giordano (presentado en el Museo Carrillo Flores, DF, por Elsa Cross y Guillermo Samperio, y en la Universidad Veracruzana, Jalapa, Ver. por Celina Márquez y Angélica Prieto)
Tres relatos en: “Hecho(s) en Nueva York”, cuentos latinoamericanos, The Latino Press, 1994 (con otros cuatro autores). Presentados por Fernando Hampe.
Artículo sobre Nueva York en la revista Archipiélago, México, DF., 2004
Poemas en la revista digital Decirdelagua, editada por Reinaldo Garcia Ramos en Miami, Fla. (enero de '04 y enero de 06)
Dos poemas en la misma revista, 2005.
Tres poemas en la Revista Mundo Nuevo, de Jalapa, Ver., 2005
Preparé la publicación de “Remembranzas de mi vida”, de Ma. Esther de la Mora de Inzunza (1897-1989), mi abuela materna, con la adición de la correspondencia entre ella y mi abuelo Fidel (DIFOCUR y CONACULTA, México, 2004)


Artículo de viaje (Kenya) en la revista Complot, México, DF., 2006

Durante casi veinte años fui presidenta de la Biblioteca de Obras en Español para el personal de las Naciones Unidas. Y durante otros tantos participé en una animada tertulia literaria, de escritores hispanohablantes. Nos reuníamos un sábado al mes para leer nuestros textos (prosa y poesía), y criticarlos. De 1986 a 2006, entre sus valiosas plumas participaron las de Juan José Coy, Astrid Diez, Pepe García, Jaime Giordano, Fernando Hampe, Drosoula Lytra, Adriana Menassé, Ma. Del Mar Moya, Martha Nesta, José Ma. Perazzo, Carmen Pereda, Carmen Raball, Adriana Restrepo, Jaime Sánchez, Lilian Viotti, Eugenio Viejo.