Septiembre de 2001
Como lo recuerdo…
El día amaneció espléndido: cielo azul, aire seco. Me estaba preparando para salir a la oficina cuando sonó el teléfono, alrededor de las nueve. Era Isabel, quien, recién llegada de Lima, ocupaba provisoriamente un departamento en University Place.
-Irene, ¿ya te enteraste? ¡Un avión acaba de estrellarse contra una de las torres!
-…
-Sí, lo están pasando en la televisión.
Mi hijo Alan estaba a mi lado, le hice señas de que encendiera el aparato. Ahí estaba, la nube de humo.
-No sé. Llamemos a la línea de emergencia de las UN. Deja, yo lo hago, y te vuelvo a llamar.
En la hot line, ningún mensaje nuevo, todavía. Llamé a la oficina.
-Aquí no nos hemos enterado de nada; es decir, no se sabe bien qué fue. Los demás compañeros ya están aquí.
-Isabel; nadie sabe nada. Yo voy para allá. Nos vemos.
Sonó el teléfono. Era mi padre; en esos momentos, la noticia sobre el Pentágono.
-¡A ver qué hace ahora Bush!- fue su comentario.
-Por lo visto, esto es contra los EU; no tiene que ver con las UN.
Alan insistió en que me acompañaría a la oficina.
-No, para qué. Bueno, ven, pues.
Bajamos en el elevador, y nos detuvimos en el quinto piso, para yo entregarle a mi amiga Pat un ejemplar del New Yorker.
-¿A dónde vas?
-A trabajar.
-¿No te has enterado? Están diciendo en el noticiero que están evacuando el edificio de las Naciones Unidas.
-…
Mi hijo y yo entramos y nos sentamos con Pat y Halima ante la pantalla, en la que la imagen del árbol de humo espeso, y el desmoronamiento del edificio detrás de él, a medida que el viento lo apartaba, se repetía ad nauseam.
Con eso, se me olvidó volver a llamar a Isabel, quien viajó hasta la Primera y 40, sólo para encontrarse con la columna de empleados, que salían.
El día continuó, extrañamente plácido. Cerraron algunos negocios del barrio; no surcaban el cielo límpido nubes ni aviones. Subí a la azotea con un libro, para apartarme de los noticieros, que no explicaban nada, negándome a entrar en el espíritu de pánico y paranoia, pero también porque sentía emociones confusas; no me identificaba fácilmente con la pregunta de la hija de mi amiga: “¿Por qué nos odian?” (el país como víctima), ni tampoco con los autores de semejante ataque, quienes quiera que hubieran sido. Poco después me alcanzaron unos cuantos vecinos, que dirigieron la mirada inquieta hacia el sur. Ahí estaba, lejana, fantástica, la nube de humo, que el viento soplaba hacia el este.
…
Al día siguiente me dirigí a la oficina; esos días tan bellos, caminaba de Times Square hasta la Primera, por la 42. A la altura de la Sexta (Ave. de las Américas), atrás del hermoso Bryant Park, todos los que cruzábamos volvimos la cabeza hacia el sur: en lugar de las imponentes y orgullosas Torres, humo.
Me detuve en la Segunda avenida, porque hacia mí venía un grupo de colegas.
-Hubo una alerta de bomba; evacuaron el edificio. Falsa, por supuesto.
Nos sentamos en la terraza de un café, a tratar de acomodar las piezas del rompecabezas. Uno de ellos, arabista, dijo con tristeza:
-Con esto, los palestinos van a perder muchísimo.
Hoy, otro martes 11 de septiembre, podemos añadir que con eso y las secuelas de la invasión del Iraq, el mundo entero ha perdido muchísimo –y seguirá perdiendo.
…
Como lo registré en su momento
*Martes 11/09/01
9am: Un avión, luego otro, se estrella deliberadamente contra cada una de las Torres Gemelas. Nube de humo. Me llama Isabel. Encendemos la tele. Incendio en el Pentágono. La Casa Blanca. Llamo a mis papás.
Mi hijo menor y mis tíos salen rumbo a Columbia U. Llamo a Cristina, en la ONU. Desde la ventana de mi vestidor, que da al sur, vemos la nube de humo espeso y gris.
Termino de arreglarme. Mi hijo mayor insiste en acompañarme. Paso a ver a Pat.
Intercare cerrado. Los aeropuertos cerrados; los puentes. La ciudad cerrada. Evacuan las Naciones Unidas.
Puntos para Bush; hará declaraciones muy fuertes: altisonantes.
Subo al jardín de la azotea con el libro de Paula Fox; no quiero seguir oyendo las noticias. No hay aviones en el cielo azul, ni nubes, salvo por ésa, lejana, menos gris, más blanca, que se extiende hacia el río.
Desde la calle me llega el rumor: sirenas, ambulancias, camiones de bomberos. Pasa un helicóptero. Posado en un tinaco, un pájaro canta. La nube se ha vuelto a elevar, guiada por el viento; pero otra fumarola gris asciende y la empuja levemente. La nube blanca como sudario se extiende hacia el este. Nadie más ha subido a la azotea.
“Copper beeches, black in the noonday sun, purple in the twilight…”
*Jueves 13/09/01
Broadway, como nunca: silenciosa y oscura. Pasan taxis amarillos, que estaban ayudando a transportar a gente necesitada. A la distancia, sirenas. Nadie en la calle. Como si hubiera toque de queda. No pasan coches grandes, con las ventanillas abiertas y el radio encendido a todo volumen. Hasta el camión de la basura, parece, recoge con menos ruido…
Puede verse el cielo estrellado: desde la ventana de la sala, la Luna, el cinturón de Orión.
La ciudad pasa por un estado de shock, más que de duelo. No todavía.
Diez cuadras (media milla) a la redonda de las Torres, todo se vino abajo: no más Century 21, J&R… La estación de NPR, entre otros.
Los medios de información: ¿repetir ad nauseam, o hacerse preguntas? ¿hacer como el avestruz, o escuchar, analizar?
En adelante, cuidado con lo que se dice delante de los norteamericanos, sobre todo si son hijos de inmigrantes.
-Fue una patada en los huevos para Bush.
-Esto es lo peor que les puede haber pasado a los palestinos,.
-Dicen en Uruguay que los medios les están dando más información que aquí.
-Los europeos tienen más sentido común.
Pienso: la misma fuerza, el mismo poder que permiten que este país responda a una crisis, como lo está haciendo ahora: con organización, medios materiales y humanos, sensatez, le permiten, o lo impulsan a amenazar con responder al ataque terrorista con una invasión en el extranjero. ¿Por qué no exigen la extradición de Bin Laden a Afganistán? ¿Cómo pensar en atacar Afganistán, desde el Pakistán, y poner en peligro la estabilidad de la región? Pero, por mucho menos han enviado sus tropas, siempre. ¿Quién los para ahora?
…
Agosto de 2008
-¿Cómo ves? me acabo de enterar de la muerte de Alejandro Aura y de V.Hugo Rascón Banda. con unos días de diferencia y los dos de cáncer ¿qué triste no? Alejandro Aura, ¿no fue tu compañero de taller? Si fue así , mis condolencias, debes de haberlo sentido.
-Pues fíjate que de la de Aura me enteré por una amiga de México, luego me asomé al internet y leí la noticia: que estaba en Madrid, y demás. Ya sabía que tenia cáncer, pues él habia hablado de eso en su blog, y hasta llego a publicar ahí un poema: Despedida, que luego te copio.-- En efecto, fuimos companeros en el taller de Arreola, allá por 1964, en Ave. Juárez, junto con José Agustín, Jorge Arturo Ojeda, y otros, y luego participé en uno que el mismo Alejandro y Elsa Cross reunían en su departamento. Los volvi a ver, ya separados ellos, en la Casa del Poeta, hará unos quince años?, a raíz de lo cual Aura me invito a comer a su casa, con su entonces mujer, Carmen Boullosa, muy afable. La pasé bien; y luego la regué... pues me invitaban a otra cena, dias después, donde podrian presentarme a Vicente Quirarte, poeta con influencias... y yo salí con que tenia una cena familiar (asi he sido siempre: poco ducha para las relaciones publicas que podrian serme utiles). Encima, dejé olvidado un librito que me habia regalado Alejandro ("Cuentos para volar", creo), antes de hacerme llevar a casa de mi mamá por su chofer particular.
Curiosamente, creo que senti más la de Rascon Banda. Uno: era un poco más joven. Nunca lo conocí, pero mi papá hablaba bien de él, por la Sogem, y muerto mi papá, se porto bien prestando el Foro Coyoacan para el homenaje que le hicimos en el 05. Ana Lilia Arias, amiga de ambos (mi papá y Victor Hugo) me hablaba bien de este ultimo. Ahora hasta tengo ganas de leer algo suyo.
Pero. qué curioso, ¿no? En sept. del 03 fallecieron, un tras otro, como quien dice, mi papá y otro señor importante de las letras:Francisco Liguori. Hugo Hiriarte publico sendos y sentidos homenajes en Letras Libres:
Bueno, a lo mejor nos parece 'curioso' y cosas así suceden todos los días... sólo que nosotros no siempre conocemos o hemos oído hablar de esos que acaban de morir.
...
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